Novedades Hermida Mayo
Yom Kipur y El sueño de Makar son dos de los relatos más conocidos de
Korolenko. Son divertidos, porque Korolenko así lo decide, pero también
son tristes, y sus personajes, Iankel y Makar, nos conmueven, los
compadecemos, pero no son penosos, sino solo seres humanos que intentan
salvar su “pellejo” en un medio hostil.
Korolenko exhibe un característico estilo narrativo ingenuo,
realista, natural, con un humor inteligente y nada irónico. El dominio y
la libertad plástica con los que maneja a sus campesinos rusos, la
descripción y la trama, le convierten en un maestro del relato y del
cuento, lo que le ha llevado a consagrarse como uno de los mejores
escritores eslavos.
Ambos relatos retratan la vida del campesinado ruso del último tercio
del siglo XIX, y Vladímir es un narrador comprensivo, observador,
humanista y paciente, que deja aflorar en sus personajes caracteres
extremos, duros, desafinados, que viven en condiciones climatológicas y
políticas adversas, y que acaban renunciando, primero a su dignidad,
después a una convivencia pacífica con los demás hombres, y por último
resignándose a un fatal destino, pero que sorprendentemente, y para el
descanso de sus personajes, nunca llega. Y es que Korolenko no es
trágico, sino cómico, y por eso sus personajes no son miserables, sino
muy humanos, con muchos defectos y taras, pero a la hora de juzgarlos,
en el día de Yom Kipur o a las puertas del cielo, todos sus pecados se
vuelven triviales y vuelven a gozar de una feliz libertad, robada
entonces y por fin devuelta ahora.
Son tan actuales hoy los cuentos de Emilia Pardo Bazán porque a su
talento literario y su imaginación se unen una fina sensibilidad, un
gran conocimiento del ser humano y un deseo irrefrenable de dejar al
desnudo sus pasiones, debilidades y tropiezos racionales con los que se
teje y desteje la mortal madeja de su destino. A esto se empareja su
dominio de la narración, su gusto por el cuento corto, y el don que
Bazán tiene para construir o edificar por medio de la “anécdota” o el
“chisme” una gran historia –de cuya moralina mucho se aprende–, escrita
con elegancia, sobriedad, y siempre con dosis de misterio, intriga y
guiños al lector.
En el carácter vital y transgresor de la letra de Bazán se respira
la tensión política de la España de finales del XIX entre
tradicionalismo y liberalismo. El escenario literario de los cuentos de
la excepcional narradora gallega representa la transición entre el
romanticismo tardío y el modernismo. Tragicómicos y románticos,
sátiro-burlescos e intencionadamente recatados, llenos de picardía y de
malicia unas veces, otras plagados de esperanza e inocencia, exhiben la
decadencia moral de una aristocracia rural aislada de la realidad.
¿Qué mejor escenario para denunciar una moral tradicional caduca que
el terreno de las pasiones humanas? Y es que solo el amor, sea en
versión salvaje o en versión tradicional, es capaz de librar a los
hombres del tedio de la existencia de la vida aldeana, y quizá aún más a
la mujer hogareña española, que se asfixia metida en el estrecho corsé
de la vida recatada ejemplar.
Porque todos amamos y necesitamos saber cómo amar, por ello la
lectura de estos cuentos, que no son otra cosa que descripciones de
diversos tipos de amor, o desamor, y de distintas formas de experimentar
este sentimiento, es un regalo impagable.
Las máximas y aforismos de Voltaire que el lector tiene en sus manos
son una selección inédita de la extensa correspondencia que el filósofo
francés mantuvo a lo largo de su vida con sus coetáneos. Muchas de las
inquietudes de este pensador agudo, sagaz, ocurrente, irónico, pícaro e
inconformista se manifiestan en estos pequeños fragmentos: su lucha por
la tolerancia y la libertad, el rechazo a todo dogma, forma de
hipocresía y manifestación del fanatismo, la crítica a la sociedad, el
anuncio de una próxima revolución en Francia, el correcto uso lenguaje, y
la reivindicación del sentimiento humano frente a la razón, entre
otras.
En 1764 él mismo, veinticinco años antes de la Revolución Francesa,
anticipó: "Todo cuanto veo arroja las simientes de una revolución, que
sucederá irremediablemente". Voltaire nunca fue un filósofo convencional
"tampoco quiso nunca serlo", pues no desarrolló un pensamiento
sistemático y tuvo una vida agitada en exceso. Tanto su presencia en los
salones parisinos y en la corte de Versalles como su influencia en la
política europea -entre Postdam y París andaba el juego- nos deja el
rastro de un filósofo que no sólo era contemplador desinteresado de la
Verdad, sino un influyente activista político capaz de intervenir
decisivamente, con su letra y su persona, en el curso de la historia de
aquel siglo denominado "luminoso".
De carácter vivo, alegre y abierto, no pudo eludir el compromiso
social e intelectual con su época, y, como buen ilustrado y filósofo,
amó, por encima de todo, el conocimiento. Para él, epicúreo convencido
desde joven, no tenía sentido la vida sino como vida feliz, de ahí que
la bonheur (felicidad) constituyese la piedra angular de su filosofía
moral, una filosofía esencialmente hedonista y pragmática, como quizás
lo fue todo aquello que Voltaire pensó, dijo e hizo. El último verso del
poema Mondain (1736) reza así: "El paraíso terrenal está donde estoy".
El libro que hasta ahora permanecía sin publicar en español, comienza su
andadura cuando en 1894, el dramaturgo irlandés le sugirió al editor
Arthur L. Humphreys que le pidiera a su esposa Constance una selección
de pensamientos de su obra bajo el título Oscariana. Posiblemente lo
hizo para dar alguna satisfacción a la desdichada esposa, madre de sus
dos hijos, de presencia arrebatadora, rostro enigmático y severo. La
relación amorosa entre Constance y Oscar comienza intempestivamente y
acaba de forma tormentosa, convirtiéndose el elegante y distinguido
matrimonio de moda, entonces objeto de admiración y de envidia de
muchos, en una víctima más de la doble moral victoriana. Por entonces,
el famoso escritor comenzó sus relaciones con Lord Alfred Douglas. En
enero de 1895 se publicó la primera edición no venal de Oscariana, con
una tirada de tan sólo cincuenta ejemplares. Pero, antes de que el mundo
de las letras se hiciera eco de ella, estalló el escándalo originado
por el arresto y los juicios de Oscar Wilde, al que se acusó de “sodomía
y grave indecencia”, quedando eclipsado el éxito de la obra, y los
ejemplares apilados en un almacén. Finalmente, el libro vio la luz en
1910, incluyendo las dos colecciones de aforismos publicadas en vida del
poeta. Luis Antonio de Villena lo caracteriza como “la más genuina
colección de aforismos wildeanos, entre las muchas que se han hecho”, y
en él puede apreciarse el mejor Wilde, el dandi rebelde.
Cuentos de amor tiene buena pinta.
ResponderEliminarUn beso ^^
Me quedo con el de Wilde. Me interesa mucho este autor. Un beso.
ResponderEliminarhola Virginia, me gustaría leer algo de Pardo Bazán. No he leído nunca nada de ella y por lo que cuentas parece interesante.
ResponderEliminarBesos